Capítulo 6 Matices de la serenidad
La palabra serenidad proviene del latín serenitas, derivada de serenus, que originalmente aludía a algo “claro” o “sin nubes”, en referencia al cielo despejado. Este significado visual y meteorológico evolucionó con el tiempo, pasando a simbolizar un estado interior de calma, claridad y sosiego. En este tránsito lingüístico, serenidad se convirtió en una metáfora poderosa para describir un alma libre de turbaciones, como un cielo en calma.
Aunque serenidad, ecuanimidad y ataraxia suelen emplearse de forma intercambiable para describir tranquilidad, cada término encierra matices ricos que le otorgan significados distintos y únicos.
6.1 Serenidad
La serenidad se caracteriza por una calma receptiva y apacible. Este término tiene un carácter poético y visual, evocando imágenes de un lago sereno o un cielo despejado. Es un estado emocional que permite apertura y sensibilidad, donde la paz interna no elimina la percepción de lo que sucede a nuestro alrededor, sino que convivimos con ello sin agitación. Es una invitación a abrazar el presente con claridad y sencillez.
6.2 Ecuanimidad
La ecuanimidad deriva de aequanimitas, que significa “igualdad de ánimo”. Este término, más activo en su esencia, describe la capacidad de mantener un equilibrio emocional ante circunstancias adversas o variables. La ecuanimidad requiere una vigilancia y una disciplina internas que permitan evitar caer en extremos de euforia o desesperación. Este estado sugiere una fortaleza emocional que atraviesa los altibajos con firmeza y mesura.
6.3 Ataraxia
La ataraxia, palabra que proviene de la filosofía griega (ἀταραξία), se traduce como “ausencia de perturbación”. Representaba, para escuelas como la estoica y la epicúrea, un ideal de paz mental alcanzado al dejar atrás los deseos innecesarios y aceptar el curso natural de la vida. Este concepto filosófico aspira a una imperturbabilidad que trasciende lo emocional, enfocándose en una libertad interior total que nos separa de los vaivenes externos.
6.4 Diferencias clave
En resumen, serenidad, ecuanimidad y ataraxia comparten la búsqueda de tranquilidad, pero difieren en sus perspectivas y énfasis:
- Serenidad es emocional y receptiva, un estado de calma que no rechaza la sensibilidad hacia el entorno.
- Ecuanimidad es estabilidad activa, una herramienta para navegar los desafíos de la vida con equilibrio y fortaleza.
- Ataraxia es filosófica e idealista, la imperturbabilidad que se alcanza al aceptar con sabiduría las condiciones de la existencia.
Cada uno de estos conceptos ofrece una lente distinta para explorar cómo la tranquilidad puede manifestarse en nuestras vidas, ya sea como un lago sereno, un balance firme o una mente en paz absoluta.
Sin embargo, debe entenderse que la serenidad, lejos de ser una enajenación pasiva o un pacifismo inerte, es un estado de equilibrio interno que impulsa a la acción consciente y comprometida. Desde la perspectiva del Karma Yoga, el yoga de la acción desinteresada, la serenidad se convierte en la base para actuar en defensa de causas justas, sin apego a los resultados ni temor a las consecuencias personales.
Este enfoque redefine la serenidad como un compromiso activo con el mundo, donde cada acción se realiza con propósito y ética, reflejando un equilibrio entre la calma interior y la responsabilidad exterior. Así, la serenidad no es un refugio de la acción, sino su fundamento más sólido.
6.5 Bhagavad Gita
El Bhagavad Gita ofrece una comprensión profunda de la atención plena al abordar los dilemas humanos más complejos, integrando lo dual y lo no dual dentro de una misma visión de acción consciente. A través de la interacción entre Krishna y Arjuna en el campo de batalla de Kurukshetra, se desprende una enseñanza atemporal sobre cómo vivir en equilibrio entre el hacer y el ser.
El dilema de Arjuna y la paradoja de la acción
En el corazón de la narrativa, Arjuna representa la mente atrapada en la dualidad. Ante el deber de luchar contra sus propios familiares, siente el peso de las oposiciones inherentes a la vida—acción e inacción, deber y compasión, lucha y paz. Su crisis no es solo ética sino existencial, un reflejo de la lucha interna que enfrentamos cuando nuestras acciones parecen entrar en conflicto con nuestros valores más profundos.
Krishna responde no con una solución simplista, sino con una visión transformadora donde el dualismo de la acción y los resultados se desvanece al reconocer una verdad más profunda. Aquí nace el concepto clave de karma yoga, o el yoga de la acción consciente.
Karma Yoga y la acción sin apego
El karma yoga, tal como lo define Krishna, trasciende las nociones dualistas de éxito y fracaso, placer y dolor, y nos guía hacia una acción libre de apego. Esta práctica no rechaza la acción; al contrario, la abraza como una necesidad de la vida, pero desde un lugar de desapego de sus frutos.
Krishna le dice a Arjuna:
“Realiza tu deber establecido, porque actuar es mejor que la inacción. Sin acción, ni siquiera sería posible mantener el cuerpo.” (Bhagavad Gita 3.8)
Esta enseñanza resalta que la acción no debe impulsarse por deseos egoístas o miedo al fracaso, sino por un sentido profundo de propósito que trasciende el ego. “La atención plena, en este contexto, se convierte en un acto de presencia total que no se identifica ni con el éxito ni con el fracaso, sino con el flujo natural de la vida”.
La integración de lo dual y lo no dual
Mientras que el karma yoga opera en el nivel aparente de la dualidad—donde existe un “yo” que actúa y un “otro” que recibe las acciones—su práctica conduce hacia una comprensión no dual más profunda. Krishna guía a Arjuna hacia el reconocimiento de que el actor, la acción y el acto no son entidades separadas; son diferentes manifestaciones de una misma realidad subyacente, el Atman, o el Ser eterno.
En las palabras de Krishna:
“El sabio, al renunciar a todo apego, realiza su deber siendo indiferente al éxito y al fracaso. Esa ecuanimidad es la verdadera atención plena.” (Bhagavad Gita 2.48)
Este estado de ecuanimidad refleja la esencia de la no dualidad, donde la acción surge no de la separación, sino de una conexión intrínseca con el todo. Es un recordatorio poderoso de que el campo de batalla externo refleja el campo de batalla interno, donde la verdadera victoria no es sobre los demás, sino sobre la ilusión de dualidad.
Relevancia en un mundo moderno
El Bhagavad Gita no es únicamente un texto espiritual, sino una guía práctica para aquellos que enfrentan decisiones difíciles y dilemas éticos. Su enfoque de atención plena logra equilibrar la urgencia de actuar en un mundo cambiante con la necesidad de anclarse en la quietud de lo eterno.
Ya sea enfrentando desafíos en un aula, en el trabajo o en la vida personal, la integración de lo dual y lo no dual como la describe Krishna nos recuerda que es posible actuar con intensidad sin perder nuestra conexión profunda con el ser. La atención plena, lejos de ser un escape, se convierte en un puente donde lo temporal y lo eterno coexisten.
OPor tanto, el Bhagavad Gita nos invita a vivir desde el corazón de la paradoja. Krishna no le pide a Arjuna que elija entre la acción o la contemplación, sino que actúe con la claridad de un espíritu no apegado. En esta integración yace el verdadero poder de la atención plena, una práctica que nos prepara no solo para los enfrentamientos externos, sino para reconciliar las contradicciones internas que nos definen como humanos.